Si bien “El Código da Vinci” es la novela más conocida de Dan Brown, la siguiente en la lista es sin duda “Ángeles y Demonios”, la primera novela de la saga “Robert Langdon”. Resulta curioso que esta novela, a pesar de ser la primera en orden cronológico de la saga, no sea la que haya tenido más repercusión, un puesto que ocupa el segundo libro. Aun así, nos encontramos ante la historia más épica de las novelas de Dan Brown, una novela absorbente, que nos mantiene enganchados desde el minuto uno, en la que se combina realidad con ficción de una forma magistral, y que no nos da ni un momento de respiro.
Si hay algo que caracteriza a Brown es la manera en la que nos conduce a través de la historia, siempre con acertijos, secretos y pistas que nos llevan de un paso a otro, además de la trama. Quizá la narración no sea la mejor del mundo, puede que los personajes queden bastante planos, pero a nadie le importa, porque el libro engancha hasta el punto de no poder dejar de leer.
La temática principal en “Ángeles y Demonios” es el enfrentamiento entre ciencia y religión, una controversia que se remonta tiempo atrás. Esta guerra entre científicos y religiosos, entre las diferentes creencias, es el tema que el autor remarca una y otra vez a lo largo de toda la novela, de una forma ligeramente exagerada que le confiere importancia. Incluso el propio título del libro hace referencia a este enfrentamiento. Dicho conflicto que comenzó principalmente entre el Vaticano y los Illuminati, se traslada de alguna manera a los científicos de hoy en día (representados por el CERN) y el Vaticano actual. Sin embargo, no sólo se tratan las diferencias entre ambos, también sus similitudes, a través del personaje de Leonardo Vetra, un sacerdote científico. El final, en el que se descubre que el problema de la trama no ha sido obra de los Illuminati, ni de los científicos del CERN, sino del camarlengo, hace que este conflicto entre ciencia y religión que dominaba en la mayor parte de la novela se suavice.
La trama es absorbente hasta más no poder. Comenzamos con un asesinato en el CERN, y se nos hace creer que es obra de los Illuminati. Proseguimos con la presentación de la antimateria, que se nos describe con detalle, lo que se agradece. Habría sido muy fácil explicar qué es la antimateria y por qué es tan peligrosa, pero el autor se curra una justificación de cómo han podido crearla y almacenarla. Da igual que la explicación sea ciencia ficción o más o menos realista, lo importante es que está y tiene sentido, y con eso basta.
A partir de este punto el libro se convierte en una carrera a contrarreloj. Volamos hasta la Ciudad del Vaticano, donde la situación empieza a construirse. La conversación con el hassasin da pie a que Langdon se dirija a los Archivos Vaticanos, en los que consigue el diagramma de Galileo, lo que nos conduce al Sendero de la Iluminación, que recorremos de principio a fin a lo largo de la novela. El hecho de que el libro haga referencia a sitios y personas reales hace que sea aún más atractivo para los lectores, pues es casi imposible que el lector no tenga curiosidad de investigar más sobre dichos lugares y organizaciones aparte de la propia novela. Así mismo, alguien que se haya leído el libro y visite Roma se acordará irremediablemente de “Ángeles y Demonios”.
Mención especial merecen las descripciones del CERN, la ciudad de Roma y del Vaticano, monumentos, iglesias y demás, que consiguen meternos por completo en la lectura teniendo muy presente la realidad. Los ambigramas de EARTH, WIND, FIRE, WATER y el diamante de los Illuminati suponen otro añadido espectacular que hace que el libro gane muchísimo.
Sublime la manera en la que vamos recorriendo el Sendero de la Iluminación siguiendo los indicadores dejados por Bernini, y los asesinatos de los cardenales resultan escalofriantes, añadiendo toques de auténtico thriller a la lectura.
Una vez que Langdon encuentra la Iglesia de la Iluminación, el nivel de epicidad de la novela, que ha ido en aumento a lo largo de los capítulos, empieza a despuntar. En este punto de la lectura tienen lugar varios giros de guión que buscan despistar al lector, y lo consiguen. En un principio parece que Kohler es el líder de los Illuminati, y que éstos de alguna manera tienen su base en el CERN además de haberse infiltrado en el Vaticano. Sin embargo, más adelante descubrimos que en realidad los Illuminati no han vuelto, y que todo ha sido obra del camarlengo.
Por si el lector no hubiera tenido ya bastante, la guinda de la novela es la implicación del camarlengo Carlo Ventresca en el plan de los supuestos e inexistentes Illuminati, tras la explosión de la antimateria y el viaje en helicóptero, escena casi surrealista. Que sea el hijo del Papa por inseminación artificial es además otro hecho que viene uniendo la ciencia y la religión, en cuya incisión se había hecho constancia en la novela, recordando además la figura de Leonardo Vetra, que precisamente representa esta unión entre bandos.
Esta culminación de la trama, narrada de una forma tan espectacular y épica, no deja de resultarme un tanto exagerada. No es que sea forzado, pues se nota que la historia estaba pensada así desde un principio, pero tanta vuelta de guión, tanto giro y esa epicidad que no cesa de crecer me resulta un tanto abrumadora. Es demasiado. Me da la sensación de que se ha querido crear un clímax tan grandioso que el propio libro se pasa, teniendo en cuenta el nivel que ha mantenido durante toda la historia y los casi inexistentes momentos de parón que se ofrecen, ocurriendo incluso en ocasiones que los acontecimientos pasan tan deprisa que no se da tiempo a que sean asimilados por los impacientes lectores a causa del gancho de la novela, dando lugar a que todos estos factores pueden desembocar en saturación.
Aún así, el autor consigue de sobra lo que pretende con esta obra, crear el dilema al lector entre el enfrentamiento de ciencia y religión que se viene comentando desde el principio del análisis, acercarnos el arte, simbología y antiguas sociedades secretas, siendo así una novela sorprendente, original y quizá exageradamente grandiosa.
Los personajes realmente no aportan mucho, se limitan a cumplir cada uno su función. Para ser el protagonista, Robert Langdon es un personaje que tiene mucho que aportar, pero que se perfila poco. Sabemos cosas de su vida, sus hobbies, las cosas que lo caracterizan (el reloj de Mickey Mouse, el waterpolo, su claustrofobia y su profesionalidad en arte y simbología), pero no llega a adquirir profundidad. Lo mismo ocurre con otros personajes como Kohler, al que se le da una historia que explica el por qué de su aversión a la Iglesia, pero que se limita a actuar como director del CERN y supuesto cabecilla de los Illuminati en un momento determinado. Vittoria es la mejor perfilada, pues con ella sí que llegamos a empatizar. Sin embargo, el personaje más importante de la novela es el camarlengo Carlo Ventresca. Así como Kohler representa a la ciencia, él representa a la religión. En un principio no parece que sea un personaje tan crucial como acaba siendo, además de sorprendente, pues la mayor parte del libro el camarlengo tiene casi trato de héroe. Es la voz de la cordura y la razón frente a Olivetti, el jefe de la guardia Suiza, y el único capaz de tomar las decisiones más acertadas y adecuadas en esa situación. Adquiere cada vez más importancia a medida que la historia avanza y la antimateria está más cerca de estallar, hasta culminar en la escena del helicóptero, de la que sale tratándosele casi como a una divinidad. Todo esto para luego dar un giro de 180 grados al personaje, sacando a la luz sus verdaderas motivaciones y poniendo en entredicho sus actuaciones durante todo el libro. Por tanto, es un personaje muy singular, la herramienta perfecta del autor para encarnar a los “Ángeles y Demonios” del título, y cuyas acciones deja en mayor parte para la reflexión del lector.
Si hay algo que me sorprende de esta novela y las demás de esta saga, es la increíble labor de investigación e información que el autor lleva a cabo para poder escribirla. Dan Brown se tuvo que recorrer Roma de cabo a rabo para trazar la historia, así como la Ciudad del Vaticano. Tanto en los “Agradecimientos” como en “Nota del Autor” podemos comprobar que realmente ha ejercido una intensa labor visitando lugares poco comunes para poder utilizarlos y describirlos adecuadamente en la novela. Esto, sumado a la explicación antes comentada acerca del tema de la antimateria y a los ambigramas creados, hace que me quite el sombrero ante este trabajo.
“Ángeles y Demonios” es un magnífico trabajo de Dan Brown, un libro que engancha, que se disfruta a más o poder, que nos hace aprender sobre temas como el arte y personajes de la antigüedad, que nos hace reflexionar sobre otros como la ciencia y religión, y con el que recorremos ciudades enteras sin movernos ni un solo centímetro. Merecidamente, una de las novelas más conocidas de la literatura actual.
Qué se entiende cuando se habla de la originalidad del cristianismo
No entiendo a qué va referido tu comentario.
Buenas!
La verdad es que este libro no es para mi la verdad
Pero gracias por la reseña
🌺Te espero por el rincón de mis lecturas, un besote
¿No te gustó el libro?
¡Un saludo!
¡Hola! Justo estoy acabando de leer este libro y coincido en lo mucho que engancha. Casi no he podido soltar el libro. Lo que más me gusta es que aparecen menciones a artistas, libros, obras de arte… Sin duda es un libro increíble.
Saludoss
Engancha una barbaridad, a mí me pasó lo mismo, y lo de las menciones lo hace aún mejor.
¡Un beso!