Crónicas de la Torre es una saga literaria de fantasía juvenil escrita por Laura Gallego García. En esta serie se nos relatan los hechos ocurridos en la Torre, una escuela de Alta Hechicería situada en el Valle de los Lobos. El cuarto volumen de esta saga, “Fenris, el elfo”, no continúa la historia de los tres libros anteriores, sino que se trata más bien de una precuela en la que se nos relata la vida del personaje de Fenris, desde antes de su nacimiento hasta su llegada a la Torre.
SPOILERS
Personalmente, creo que la temática de este libro no puede ser más acertada. Habiendo quedado la historia de Dana cerrada en el tomo anterior y sin un rumbo claro de continuación, el hecho de que este cuarto libro se centre y profundice en uno de los personajes más icónicos de la saga y de la autora es de lo más apropiado. Además, la vida de Fenris da para mucho. Es una historia desgarradora, triste y solitaria, que hace que los lectores suframos con el personaje y consigamos entenderle durante toda la lectura.
Lo mejor de esta novela es que no nos muestra a Fenris como un héroe ni como el típico protagonista de una novela juvenil. La lectura no lo glorifica, ni lo villaniza, ni tampoco lo victimiza más allá de lo necesario. Simplemente, lo muestra tal cual es: un muchacho cuya vida se ve afectada por su condición de licántropo. Sí, es víctima de una sociedad que no entiende su problema, sí, comete muchos errores por el camino, y sí, también sabe sobreponerse y sobrevivir a las situaciones límite a las que se enfrenta.
Y es que Fenris, a pesar de ser un elfo, es un personaje muy humanizado en una historia que, a pesar de su fantasía y de su condición juvenil, es bastante realista. Muestra el mundo y sus personajes tal y como son, tanto con sus cosas buenas como con sus cosas malas. Cómo la vida puede ser muy dura, pero también bonita. Cómo por el camino se encuentra tanto a gente que trata de ayudarlo como a aquellos con las peores intenciones, e incluso en algún caso, personajes con los dos matices.
Porque esta realidad y humanización que aparece en el personaje de Fenris se muestra también en todos los demás personajes que forman parte de su vida. Como sus padres, que posiblemente no trataron el tema de la licantropía de su hijo de la mejor forma posible, pero quienes trataron de hacerlo lo mejor que sabían pensando que sería lo mejor para él. O el brujo, posiblemente el personaje que más le ayuda, a pesar de que él mismo diga en alguna ocasión de que no lo hace de manera desinteresada. O Shi-Mae, quien descubre el secreto de su prometido de la peor forma posible con sus posteriores consecuencias. O el Duque, quien manda un asesino tras él, pero sin olvidar que él podría haber matado a su hija. O el resto del pueblo élfico, que se dejan llevar por los prejuicios. O Novan, quien le salva la vida, pero a la vez lo lleva por el camino del asesinato. O el Cazador, quien no parará hasta matarle, convencido de que está eliminando a una bestia. O Log, quien lo acoge en su tribu pero que años después le engaña por sus propios intereses.
No hay personajes enteramente buenos ni enteramente malos. Todos ellos tienen matices, arrastran vivencias que les hacen actuar como lo hacen, movidos tanto por sus formas de ser como por las circunstancias. Esto hace de “Fenris, el elfo” una novela mucho más adulta y compleja de lo que puede parecer, que invita a la reflexión de la propia naturaleza humana y de la moral a través de todos estos hechos.
Mención especial merece Shi-Mae. En esta novela podemos comprender mucho mejor a su personaje, que en los libros anteriores carecía de este trasfondo. Después de esta historia y de conocer todos los hechos que la llevaron a actuar como lo hizo, Shi-Mae se convierte en un personaje con un sinfín de matices. Igualmente, se agradece el último capítulo narrado desde el punto de vista de ella, qué supuso para su persona la pesadilla que vivió aquella noche y cómo le afectó posteriormente para la toma de sus decisiones.
Así, la lectura nos narra los hechos tanto desde el punto de vista de Fenris como de Shi-Mae, haciendo que entendamos a cada uno de ellos en cada momento, y la forma de ver las cosas tan diferentes que sienten y condicionan a cada uno.
Además, para ser una novela juvenil, “Fenris, el elfo” es una novela bastante dura. Es violenta y sangrienta, sin exagerar en su crudeza, pero sin aligerar ni escatimar en su tono, en un gran equilibrio que muestra las cosas tal y como son, sin esconderlas. Hay traiciones, asesinatos, muerte de inocentes, salvajismos que no esconde ni minimiza, pero en los que tampoco se recrea, por lo que tampoco resulta escabrosa.
Así, “Fenris, el elfo” se convierte en una montaña rusa de emociones, la narración de una vida solitaria en la que cada vez que el personaje es feliz aparece su licantropía y la moralidad para arruinar su situación, y vuelta a empezar. A lo largo de la lectura se hace patente también la evolución y el crecimiento del propio personaje y de su proceso de aprendizaje.
En definitiva, “Fenris, el elfo” es una novela mucho más compleja y adulta de lo que parece, muy interesante y tremendamente emotiva, y que consigue que los lectores empaticen con el protagonista y con su triste historia.

—Oye, Todd, esta persona ha leído la entrada y no ha publicado ningún comentario.
—Espera un poco, Tedd. Dale tiempo para que pueda escribirlo.
—No escribe nada, Todd. Que le haya gustado y no nos lo diga me pone de mal humor.
—Tranquilízate, Tedd. No es bueno para tu salud que te estreses.
—De acuerdo, Todd. Pero acuérdate de decirle que no incluya spoilers de otros libros en los comentarios de esta entrada.