El Corredor del Laberinto, de James Dashner

Un laberinto gigante, un claro en su centro y un puñado de adolescentes son los elementos con los que James Dashner se basta y sobra para crear una novela absolutamente rompedora, original y absorbente, con un argumento magistral y un ambiente de misterio e intriga que atrapan al lector desde la primera página en un mundo reducido a un laberinto en el que no faltan la tensión, crudeza y el deseo de escapar. Un libro que es imposible no devorar.

 SPOILERS

Lo que hace que esta novela sea tan atrapante es el hecho de que los lectores conocemos exactamente lo mismo que el protagonista, es decir, casi nada, y vamos descubriendo cosas a su par. Comenzamos en una caja que asciende, nos encontramos rodeados de chicos adolescentes que hablan con una jerga muy particular, en un enorme claro rodeado por cuatro muros, por lo que no podemos dejar de preguntarnos dónde estamos, quiénes son estos chicos, qué hacen aquí, por qué son todos chicos, por qué no hay ningún adulto, en qué época nos encontramos. Poco a poco vamos descubriendo más cosas: estamos en el centro de un enorme laberinto del que los chicos llevan intentando escapar desde hace dos años, sin resultados. Nuestro mundo se limita y reduce al laberinto y el Claro, con todas sus secciones y espacios: la Hacienda, los Huertos, la Casa de la Sangre y los Muertos. Sin embargo, con el permiso del Laberinto, los clarianos son los verdaderos protagonistas en esta historia. No sólo Thomas, que es el protagonista principal, sino todos ellos. Es sorprendente lo bien organizados que están, cómo han logrado sobrevivir con los recursos que tienen, cómo nunca se han rendido en dos años atrapados allí, día tras día trabajan o salen ahí afuera a encontrar una salida. Su jerga además es de lo más apropiada en la lectura y ayuda a los lectores a introducirse aún más en la historia y en el mundo del Claro. Términos como verducho, pingajo, gilipullo, clonc o fuco refuerzan la unidad como grupo que tienen en el Claro y lo jóvenes que realmente son. Personalmente, no puedo dejar de notar ciertos matices de “El Señor de las Moscas” en esta novela. Chicos jovencísimos, casi críos, organizándose para sobrevivir sin la presencia de adultos. La diferencia principal entre ambas novelas es obvia para quienes las hayan leído. “El Corredor del Laberinto” no cae en la trama de “El Señor de las Moscas”, pues sus personajes tienen suficientes recursos, y su principal prioridad es escapar del Laberinto. Además, sus estrictos métodos con los pingajos que incumplen las normas, como el destierro, es lo que les hace mantener el orden y la convivencia.

Por otro lado, está el Laberinto. Laberinto que es casi un personaje más del libro. Un laberinto que ha mantenido encerrados a estos pingajos durante dos años, que cambia cada noche, cuyas puertas al Claro se cierran al atardecer y por el que unos monstruos llamados laceradores deambulan desde ese momento hasta el amanecer, casi indescriptibles, cuerpos grasientos cubiertos de cuchillas y pinchos. Y unas cuchillas escarabajo que están por todas partes con la inscripción CRUEL y espían a los clarianos. Es absolutamente aterrador, original, soberbio. Con todos estos elementos el autor ya nos tiene ganados, es imposible que el ambiente de esta novela no cautive, no haga devorarla como si no hubiera un mañana buscando respuestas. Qué hay fuera del Laberinto, por qué están estos chicos ahí, quiénes los han enviado. Cómo se sale, dónde está la salida, si es que la hay. Es uno de los argumentos más inteligentes y geniales que he podido leer, que parece muy simple pero que no lo es en absoluto, construido de una manera magnífica, dando información al lector a cuenta gotas, cada cosa a su momento justo y apropiado, generando cada vez una mayor expectación. Magistral.

Con tantos personajes, tan sólo destacan unos cuantos clarianos, cada uno con una personalidad muy definida y perfilada, pero con esa forma de ser que tienen todos los ellos. Han aprendido a no preocupase, a no preguntarse más el por qué están ahí, por qué no recuerdan nada de su vida anterior. Saben que tienen que adoptar esa actitud resuelta y un tanto indiferente con el exterior que les ha permitido sobrevivir manteniéndose cuerdos. Alby, Newt y Minho son algunos personajes secundarios más importantes, y a pesar de que todos se comportan como clarianos que son, se perfilan diferentes personalidades entre ellos,  aunque tienen en común la madera de líder. Gally, por su parte, crea contraste con los demás personajes, haciendo el papel de oveja negra del grupo. El otro personaje secundario de más importancia es sin duda Chuck. Uno de los clarianos más jóvenes, prácticamente un niño, con una personalidad algo infantil e inocente, que puede parecer algo cobarde, pero que en el fondo tiene toques de valentía y superación, debido  a la obligación de madurar demasiado rápido según las circunstancias. Un personaje que realmente se hace querer, pues a pesar de parecer en principio un personaje poco profundo, tiene unos momentos de compañerismo con Thomas donde nos muestra toda su humanidad, particularmente, ese instante de debilidad cuando Thomas está en el Trullo y le lleva la comida, donde le pregunta si cree que tendrá padres, unos padres que se pregunten donde está y si lo echarán de menos. En ese momento tanto Thomas como los lectores nos damos cuenta realmente de la crueldad de la situación, de lo que un niño que es pura inocencia está sufriendo, y nos enternecemos a más no poder con el personaje. Y el autor lo sabe. Por eso su muerte nos causa tanta conmoción y tristeza. La muerte de Chuck tiene un gran impacto en la historia por todo lo que representa: la inocencia, la crueldad, la humanidad, la heroicidad al sacrificarse por su amigo. Sin duda, el momento más duro de todo el libro, y que causa también un impacto en Thomas. Un personaje que, a pesar de ser el protagonista principal, no tiene una personalidad tan definida, incluso diría que es más plano que el resto de sus compañeros. Su actitud heroica, su determinación a convertirse en corredor a pesar de que es consciente de los peligros que conlleva y su sensación de familiaridad con el Laberinto, sumado a todos los comentarios de los pingajos que han sido picados y lo han visto durante el Cambio, hacen que podamos mantener algún tipo de sospecha hacia él, que se ve confirmada más adelante por él mismo, que ayudó a crear el Laberinto. Esto no hace más que seguir abriendo incógnitas en la historia. Quién es Thomas realmente, por qué ayudó a tal proyecto, con qué intención.

Tan bien organizados y contados están los acontecimientos que para cuando Teresa llega al Claro nos sentimos como si hubiéramos estado allí mucho más tiempo que unos pocos días. La llegada de la única chica no sólo sorprende a los clarianos, también a los lectores, y desencadena una serie de cambios que nos hacen saber que las cosas no se van a mantener como hasta ahora. Esto crea una grandísima expectación y curiosidad por ver cómo termina todo. Además, que la última en llegar sea una chica hace que nos preguntemos en el sentido de todo esto, y se abre una nueva incógnita con respecto a la telepatía y esa unión que mantiene con Thomas. Teresa tampoco está tan perfilada como otros clarianos, su personalidad queda un poco difusa como la de Thomas, aunque sí deja ver un fuerte carácter.

Toda la trama es espléndida, no pierde el ritmo en ningún momento y mantiene la atención de manera creciente, pero hay dos acontecimientos clave que hacen que se nos corte la respiración. Uno de ellos es en el que Thomas entra en el Laberinto para ayudar a Alby y Minho y se quedan atrapados dentro, pues sabemos que nadie ha sobrevivido una noche en el Laberinto, que supuestamente les espera una muerte segura, y estamos deseando ver cómo es el Laberinto de noche y cómo se libran de ésta (porque es obvio que se van a librar, no puede ser que el prota la palme en mitad del libro). Y el otro, cuando el cielo se vuelve gris, no llegan más suministros y las puertas no se cierran. Es un momento aterrador, el Claro deja de ser seguro y todo se vuelve patas arriba. Especial mención merece esa primera noche con las puertas abiertas, y la tensión y terror de sentir al lacerador ascendiendo por las paredes de la Hacienda. El hecho de que solo se lleven a una persona por noche crea un terror casi psicológico, refuerza que esto es el final, y que si no hacen algo pronto, todos morirán.

La resolución del Laberinto es tan sorprendente como inesperada. Que el Laberinto formara palabras durante todo ese tiempo, palabras que son la clave para escapar de allí es una solución de lo más original. Detalles como esta resolución, que en el Laberinto nunca llueva, la jerga de los clarianos, las cuchillas escarabajo o el cartel de Catástrofe Radical: Unidad de Experimentos Letales están realmente cuidados, medidos al milímetro, nada es casualidad ni se nos va presentando al azar, sino que la más mínima información está medida y preparada para ir proporcionando pistas a los lectores.

Finalmente, una vez que ya logran escapar del Laberinto, los posteriores acontecimientos son tan confusos que nuevamente plantean casi más incógnitas de las que resuelven. Por fin logramos visualizar a los creadores, y una mujer de CRUEL comienza a hablarnos sobre unas Pruebas (algo que Teresa ya había mencionado a Thomas durante el coma), unas Variables y sobre que son tiempos oscuros, información esencial, pero que aún no logramos entender del todo. Seguidamente llegan los supuestos rescatadores, que se cargan a todos los creadores y llevan a los pingajos a un autobús, en el que una mujer nos habla sobre erupciones solares y una enfermedad, “el Destello”. Que todo por lo que han pasado es una especie de prueba para estudiar sus reacciones para encontrar un remedio para combatir el Destello.  Es demasiada información de golpe después de todo un libro en el que la información se nos ha ido dado a cuenta gotas, se deja entrever cómo es esa enfermedad, pero no se nos dan demasiados detalles sobre ella, y nos hablan sobre una zona llamada la Quemadura.  Entonces todo empieza a cobrar sentido, las siglas de CRUEL (Catástrofe Radical: Unidad de Experimentos Letales), las cuchillas escarabajo, el Laberinto o los recuerdos que Thomas recupera, aunque aún faltan muchísimas piezas del puzle. Y el universo, que hasta ahora se reducía al Laberinto, ahora se expande muchísimo, abre las puertas para dar paso a la segunda parte de la saga, dejando claro que esto sólo ha sido el principio, y que este mundo tiene muchísimo más que ofrecer.

—Oye, Todd, esta persona ha leído la entrada y no ha publicado ningún comentario.

—Espera un poco, Tedd. Dale tiempo para que pueda escribirlo.

—No escribe nada, Todd. Que le haya gustado y no nos lo diga me pone de mal humor.

—Tranquilízate, Tedd. No es bueno para tu salud que te estreses.

—De acuerdo, Todd. Pero acuérdate de decirle que no incluya spoilers de otros libros en los comentarios de esta entrada.

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