Extras, de Scott Westerfeld

El cuarto libro de la saga Uglies (Traición) de Scott Westerfeld es independiente de los tres anteriores, pues se sitúa en otro lugar y se desarrolla unos años más tarde con una protagonista diferente. Si bien este libro no me parece necesario para continuar la saga, tampoco me parece que sobre. Creo que se podría leer sin haberse leído los anteriores y se entendería, pero ciertos personajes podrían parecer algo fuera de lugar pues no se conocerían, y no lo recomiendo si alguien tiene intención de leerse el resto de la saga, pues se autospoilearía. Tampoco creo que sea necesaria su lectura si no se tiene interés a cómo pudo continuar la historia tras Especiales, pues su final está bien cerrado. Sin embargo, si alguien tenía curiosidad por cómo se desarrolla la sociedad de este futuro tras el final del último libro y echa de menos a algunos personajes, entonces este libro no le habrá decepcionado.

SPOILERS 

Esta vez la historia se sitúa unos cuatro años después del final de la tercera parte. La era de los perfectos ha llegado a su fin, y yo tenía mucha curiosidad por ver cómo se reorganizaba una sociedad tan perfectamente definida tras la cura, aquí conocida como lluvia mental. Y mi sorpresa es que esa nueva sociedad, a pesar  de ser muy futurista, no se distancia tanto de la sociedad actual que vivimos nosotros, aunque se diferencien mucho. En ese nuevo mundo la meta a alcanzar no es la perfección, sino la fama. Una economía basada en la reputación, en la que ser famoso implica riqueza. Aunque sólo la fama no es suficiente para establecer la sociedad, pues los famosos son una minoría de la población, así que la otra manera de ganarse la vida es obteniendo méritos, o dicho de otra manera, realizando trabajos y tareas. Todo gira en torno al rango facial de cada uno, un número que indica cómo eres de famoso. Y ante todo esto, este futuro, esta sociedad que viene de una sociedad prácticamente perfecta y en armonía con el ambiente me resulta inquietante.  Por una parte, se deja el equilibrio que mantienen los seres humanos con la naturaleza a un lado y se vuelve a la deforestación y prácticas similares, que supuestamente se habían erradicado con los oxidados. Por otra parte me resulta extraño que una sociedad en la que todo el mundo tenía las mismas oportunidades y optaba a las mismas pertenencias evolucione hacia tal situación de desigualdad, en la que unos pocos famosos disfrutan privilegios en detrimento de los demás ciudadanos, por el simple hecho de serlo. Casi puede parecer que se ha dado un paso atrás. Claro que sin las lesiones cerebrales puede que sea una buena opción de sociedad, aunque no tengo muy claro que sea mejor que la anterior.

No puedo evitar pensar en las redes sociales al leer este libro. ¿No es en realidad ayudar a darse a conocer uno de sus objetivos? ¿Un mayor número de seguidores en Twitter? ¿Más visitas en Youtube? ¿Más “me gusta” en Facebook? ¿Realmente es tan diferente (en lo que fama se refiere) la sociedad de este libro a la actual? Y lo que más me sorprende es que cuando se publicó este libro allá por el 2007 en versión original las redes sociales estaban aún en pañales. Sin duda es el futuro distópico que más se está ajustando a la realidad. ¿Y los famosos en la actualidad? Cantantes, actores, deportistas… su modo de vida no se distancia tanto del de Nana Love.

Me encanta que esta historia se desarrolle en Japón, dado lo poco que pudimos conocer en las entregas anteriores sobre otras ciudades, aparte de Diego. De esta manera podemos conocer cómo afecta la lluvia mental en otra parte del mundo fuera de la ciudad de Tally, y soy muy fan de la cirugía cabezas manga.

Lo que no se mejora respecto a los anteriores libros es la protagonista. Tally tuvo sus momentos de mentira y de engaño, con el que se ganó la manía de más de un lector, pero por lo menos tenía una excusa para cada uno de ellos. Aya sigue la línea de falsedad con el único propósito de hacerse famosa, y aunque es comprensible por la economía de reputación en la que vive no me parece del todo justificable. Y es que parece que a la chica todo le da igual y le es indiferente qué situación le pase con tal de que esté todo grabado. ¿Qué está a punto de matarse surfeando un tren ultrarrápido? Meh, está grabado. ¿Qué están todos a punto de morirse o que hay unos chalados que construyen misiles por ahí? Moggle, grábalo todo. ¿En serio? Me parece pesado que en la parte de la isla esté todo el rato pendiente de la aerocámara, cuando ya ha conseguido su objetivo, ser famosa. Claro que su reputación está en juego, así que supongo que no tenía más remedio. Por lo menos al final ya en la fiesta de las mil caras parece que empieza a relajarse un poco con ese tema. Moggle me parece adorable, a pesar de ser una aerocámara consigue ser un personaje más. Me recuerda un poco a R2D2 de Star Wars.

Lo del surfeo sobre trenes ultrarrápidos me parece una pasada, y las Chicas Astutas son bastante carismáticas, aunque no tienen tanto protagonismo como me habría gustado. Se limitan a ser el vínculo entre Aya y el plan de los extras, pero ellas son esta vez las que huyen de la sociedad establecida, como lo fue Shay en su momento en el primer libro, esforzándose por permanecer en el anonimato. Con respecto al resto de personajes si bien no eran el punto fuerte de las novelas anteriores tampoco lo son de ésta. Hiro y Ren resultan bastante indiferentes, al igual que Frizz. Se perfilan ligeramente y no tienen profundidad.

El lanzamiento del reportaje de Aya me resulta una de las partes más interesantes, cuando su rango facial empieza a ascender por fin y las consecuencias de tal lanzamiento empiezan a ser evidentes, hasta el punto de que nos acabamos dando cuenta del peligro. Con la llegada de los extras el peligro se acentúa, y pasamos de estar en una fiesta a emprender una huida desenfrenada. Y es en ese momento en el que aparecen los personajes de los libros anteriores. Me parece genial cómo en medio de la confusión Aya recibe el mensaje de Tally, y los lectores estamos deseando volver a ver a Tally, Shay y Fausto y saber qué ha sido de ellos, pero hay cosas que me chocan. Hay numerosos guiños a la historia de los otros libros durante toda la novela, como los cultos a Youngblood o la mención a la guerra de Diego. Realmente me parece excesivo calificar de guerra a los ataques en Diego, como especifiqué en el análisis de Especiales, y la fama que se ha llevado Tally me parece injusta. Me parece lógico que se conozca a Tally ya que es la última cortadora auténtica y evitó que los ataques pasaran a algo más grave, pero me parece injusto si recuerdo a la Tally y la Shay del primer libro. Shay tiene mucho que ver con la lluvia mental, puede que incluso más que Tally, pero es notablemente menos conocida. ¿Y la madre de David? Ella descubrió las lesiones, formó el Humo y creó las pastillas. En todo caso ella debería ser igual de famosa que Tally o más. ¿Cómo es posible que nadie la conozca, que ni se la nombre? ¿Y cómo pueden llamar historia antigua a la lluvia mental, si no han pasado ni cinco años desde que ocurrió?

Los viejos personajes se mezclan con los nuevos, pero no me emociona tanto como debería. Se dejan capturar por los extras, y a partir de aquí el libro se me hace demasiado lento para tratarse de la parte final y del descubrimiento del misterio. Creo que los personajes dan demasiadas vueltas que hacen que mi interés vaya decayendo cada vez más. Se menciona de pasada a Zane, que aunque no se diga su nombre sabemos que se trata de él, y descubrimos que en realidad Tally y David no están tan juntos como parecía. Ni la aparición de David ni la de Andrew me emocionan. Y, finalmente, por fin descubrimos que  los frikis son extras que no quieren aniquilar el mundo, sino mudarse al espacio, protegiendo el planeta de paso, y aunque no es mal final, no me acaba de llegar.

Y con la fiesta de las mil caras, en la que podemos imaginar que finalmente Tally y David sí que acaban juntos, termina esta saga de imperfectos, perfectos, especiales y extras, una saga distópica muy original que nos permite disfrutar de la gran imaginación de Scott Westerfeld y que, además, invita mucho a reflexionar.

—Oye, Todd, esta persona ha leído la entrada y no ha publicado ningún comentario.

—Espera un poco, Tedd. Dale tiempo para que pueda escribirlo.

—No escribe nada, Todd. Que le haya gustado y no nos lo diga me pone de mal humor.

—Tranquilízate, Tedd. No es bueno para tu salud que te estreses.

—De acuerdo, Todd. Pero acuérdate de decirle que no incluya spoilers de otros libros en los comentarios de esta entrada.

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6 comentarios en “Extras, de Scott Westerfeld”

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