Harry Potter y el Legado Maldito, de JK Rowling, Jack Thorne y John Tiffany

El guión de la obra de teatro “Harry Potter y el Legado Maldito” me ha dejado bastante sorprendida. No tenía muy claro qué esperar de este guión, pero sin duda no esperaba lo que ha ofrecido. Y no tengo muy claro si me acaba de gustar o no. Por una parte la historia está muy trabajada, es enrevesada y original, pero por otra parte no he podido evitar sentirme a veces como si me estuviera leyendo un fanfic en vez de una historia oficial. Un fanfic muy bueno, pero un fanfic al fin y al cabo. Realmente no termino de sentir del todo esta historia como una continuación de la saga principal, y creo que el formato de teatro en el que está escrita tiene mucho que ver. Aún así, tiene bastantes puntos positivos, y aunque no me haya apasionado, tampoco me ha molestado.

¡SPOILERS!

Por una vez estoy de acuerdo con un cambio de título de la versión original a la española. El título original es “Harry Potter y el Niño Maldito”, pero esta vez el cambio a “Harry Potter y el Legado Maldito” me ha parecido correcto, y es que me parece más apropiado conforme a la obra que lo maldito sea el legado que deja Harry a su hijo y no el niño en sí.

Menuda pedazo de obra de teatro se han marcado. Es larga con ganas, y los continuos cambios de escenarios y algunas escenas como la del tren o los elementos mágicos que aparecen, como la poción multijugos, las transformaciones, hechizos o escaleras moviéndose me hacen cuestionarme cómo diablos lo habrán hecho. Desde luego, es un trabajazo.

En su momento me pareció original y novedoso presentar esta “octava” parte de Harry Potter como un teatro, pero tras leer el guión no puedo dejar de pensar que en realidad ha sido poco acertado. Y es que es impresionante la cantidad de cosas que se pierden en este formato con respecto a la narrativa. Para los que no hemos tenido oportunidad de ver la obra, que somos la mayoría, nos faltan muchas cosas, no tanto descripciones o explicaciones como terminar de perfilar a los personajes. Y ésta es mi principal razón de que no me haya terminado de convencer esta idea: los personajes.

El trío principal no terminaba de verlo al principio. No conseguía identificar a Harry, Ron y Hermione con los de los libros. En realidad esto tiene excusa, pues no olvidemos que han pasado nada menos que veintidós años desde el séptimo libro, y son muchos años. Nuestros protagonistas ya son adultos, inevitablemente han cambiado. A lo largo de la lectura, sin embargo, se van identificando mejor, excepto Ron. Este Ron no es el Ron de la saga. Lo pintan demasiado bromista, y Ron nunca ha sido bromista, ha sido gracioso, que no es lo mismo. Lo veo más parecido a Fred y George que al propio Ron, y eso no me gusta. Los demás personajes ya conocidos, como Ginny, Draco (que está que se sale), la profesora McGonagall, Dumbledore o Snape sí que los veo bien representados.

El resto de personajes son nuevos, en su mayoría hijos de los protagonistas, y de ellos no conocíamos ninguna personalidad. Más o menos nos podíamos hacer una idea de cómo eran por el epílogo del “Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte”, como que James es muy bromista, pero en realidad sus personalidades eran un libro en blanco para los guionistas, y creo que hacen un buen trabajo. Sin embargo, es imposible dar la suficiente profundidad a personajes desconocidos en el formato teatro, pues no hay realmente tiempo para que los lleguemos a conocer bien, cosa que sí nos da la narrativa. Aún así, al leer este guión sí que nos podemos hacer una idea de cómo son Albus, Scorpius o Rose.

Albus Severus Potter es el verdadero protagonista de esta obra. En el epílogo del séptimo libro ya pudimos ver su temor de ser escogido un Slytherin, pero nunca dudé de que el Sombrero Seleccionador lo habría acabado poniendo en Gryffindor… así que imaginaos mi sorpresa. Realmente me costó creer que Albus fuera un Slytherin. No puedo dejar de acordarme de Sirius Black, un Gryffindor en una familia de Slytherin, siendo el caso de Albus el contrario: un Slytherin en una familia de Gryffindor. Sin embargo, sus cualidades Slytherin quedan bien plasmadas a lo largo del guión. Pero además, ¿que se le dé mal el quidditch? ¿Que odie Hogwarts? ¿Que sea el mejor amigo del hijo de Draco Malfoy? ¿De Draco Malfoy, precisamente? Sí, estuve bastante sorprendida la primera parte del libro, hasta que me dije… ¿y por qué no? De hecho, es bastante realista que Albus no repita los pasos de su padre, que tenga una personalidad diferente a él, que busque su propio camino alejado de Harry Potter. Es algo incluso lógico, y supone un aporte de realidad a la ficción, así como que Harry no sepa entenderlo y cómo actuar con él. De esto trata precisamente la obra, de que ambos se comprendan y se entiendan el uno al otro, descubriendo que en el fondo no son tan diferentes.

El otro protagonista es sin duda Scorpius, un personaje que me ha sorprendido gratamente. Resulta que, al igual que Albus, él tampoco se parece en nada a su padre y tampoco se entiende con él. Scorpius tiene una personalidad muy diferente a la de los Malfoy. No es altivo, no es arrogante, más bien todo lo contrario, posee una humildad nada característica de su familia, y resulta muy simpático. Lo que no me cuadra nada son los rumores de que sea el hijo de Voldemort. Sinceramente me parece un poco absurdo, y no termino de entender bien cómo se provocaron esos rumores y por qué la gente les da tanta credibilidad, es algo que me resulta raro.

Las buenas migas que hacen ambos no son de extrañar, pues sus personalidades casan bastante bien (resulta curioso que Albus sea el liante y Scorpius la voz de la cordura). Tanto es así que veo algo más que amistad en ellos, y he quedado algo decepcionada porque no se haya confirmado en la obra. Su relación es preciosa, y está claro que es algo más que amistad. En cualquier caso, forman una pareja adorable.

La trama es bastante más compleja de lo que me esperaba. El tema de los viajes en el tiempo la hace bastante interesante, especialmente los futuros alternativos, que a mi parecer son de las mejores cosas de la obra. Sin embargo, me parece que todo transcurre demasiado rápido debido al formato de teatro, y una vez más echo en falta la narración. La manera de explicar cómo viene de un futuro alternativo por parte de Scorpius a Snape, Ron y Hermione en el segundo futuro es muy adecuada, aunque algo precipitada. Por otra parte, es interesante ver cómo el más mínimo cambio en el pasado puede provocar que el futuro cambie por completo, al  más puro estilo “Regreso al futuro”.
Cuales Marty McFly, Albus y Scorpius intentan remediar la muerte de Cedric, con nefastas consecuencias en el futuro: en uno de ellos la inexistencia de Rose, pues nunca ha existido el enamoramiento de Ron y Hermine (el baile de Navidad del Torneo de los Tres Magos en “El Cáliz de Fuego” fue clave en esta relación, aunque esto no justifica que Hermione sea una amargada como se muestra), y en otro, el peor escenario posible: la victoria de Voldemort y la muerte de Harry Potter, siendo Hermione y Ron rebeldes buscados.
En este caso Cedric Diggory se vuelve mortífago, mata a Neville y al no matar éste a la serpiente, Voldemort se impone en la Batalla de Hogwarts. Ya lo mencioné en el análisis de “Harry Potter y las Reliquias de la Muerte”: la derrota de Voldemort fue un auténtico milagro, dada por una serie de casualidades, de circunstancias en las que si hubiera fallado tan sólo una de ellas, el resultado habría sido muy diferente, tal y como se demuestra aquí. Sin embargo, me resulta muy difícil creer que Cedric se hubiera convertido en mortífago. Era un perfecto Hufflepuff, y realmente me cuesta pensar que en él habitara un lado oscuro. Es curioso cómo los guionistas quieren demostrar también que la personalidad que tenemos cada uno depende de nuestras vivencias del pasado, que hay distintas facetas en nuestro interior, y de nuestras experiencias o la gente que nos rodea depende cuál de ellas se desarrolle. Esto ocurre en ambos futuros con Hermione, y con la personalidad que tiene Scorpius en el segundo.

Un detalle que me ha encantado ha sido mostrar a Snape en ese segundo futuro, aún fiel a Dumbledore, aún luchando por su causa, recordando a Lily y lamentando no haber podido proteger a Harry. La manera en que se emociona al conocer que el hijo de Harry lleva su nombre y se sacrifica por ese futuro es preciosa, aunque la verdad es que todo esto no deja de ser fanservice. Al contrario que no me cuadra del todo que Cedric fuera mortífago, sí que veo a Snape, Ron y Hermione colaborando juntos como rebeldes en la resistencia al régimen oscuro.

Una vez arreglado el tema de los futuros y restaurada la normalidad, queda un tema más sin resolver: Delphi. La hija de Voldemort, nada menos. La hija de Voldemort. Hija. De Voldemort. ¿¿Cómo?? ¿¿Quééé?? ¿Pero cuándo ha pasado esto? Sinceramente no sé qué pensar. Es que… no veo a Voldemort teniendo hijos, ni con Bellatrix Lestrange ni con nadie. Es extrañísimo. Sí que es cierto que en la saga Bellatrix se dirigía a él casi como a un amante, pero no me esperaba esto. Ni siquiera me lo imagino. Además, esto es algo lo suficientemente importante como para que apareciera en la saga o para que se le diera más relevancia en la obra. Y… no me termina de convencer. Delphi, como personaje y para ser quien es, es bastante olvidable. Sus motivaciones pueden ser explicables, pero su plan es demasiado retorcido, y no tiene más función en la obra que la de enredar un poco las cosas, que ya de por sí estaban enredadas, por lo que realmente no es un personaje necesario. Esta obra se basa en la relación entre Harry y su hijo, sosteniéndose por sí misma, y no necesita ninguna hija de Voldemort. Por otra parte, en algún momento entre el final del sexto libro y antes de la batalla de Hogwarts Bellatrix estuvo embarazada, cosa que es evidente que no estaba planificada en la saga.

Por otro lado, me gusta que esta obra nos haya mostrado un nuevo escenario mágico que no conocíamos hasta ahora, la Residencia de Ancianos Saint Oswald para Magos y Brujas, un lugar maravilloso.

También lamento un poco la falta de protagonismo que tienen los otros hijos de Harry, James y Lily, a los que me hubiera gustado conocer más. Y, además, echo en falta a Teddy, el hijo de Lupin y Tonks, pues esperaba que apareciera en algún momento.

En definitiva, el guión de teatro “Harry Potter y el Legado Maldito” no está mal, nos brinda cómo continuó la vida de nuestros protagonistas al terminar la saga principal, es entretenido y cumple con su función, pero realmente no era necesario, y en ocasiones llega a ser incluso surrealista. Personalmente, no me ha terminado de convencer, aunque tampoco me ha molestado. Realmente, no dejo de verlo como un extra alejado de la saga principal, y no consigue que lo termine de tomar en serio. Aún así, creo que no llega a faltarle al respeto a la saga principal, y con eso me basta.

—Oye, Todd, esta persona ha leído la entrada y no ha publicado ningún comentario.

—Espera un poco, Tedd. Dale tiempo para que pueda escribirlo.

—No escribe nada, Todd. Que le haya gustado y no nos lo diga me pone de mal humor.

—Tranquilízate, Tedd. No es bueno para tu salud que te estreses.

—De acuerdo, Todd. Pero acuérdate de decirle que no incluya spoilers de otros libros en los comentarios de esta entrada.

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2 comentarios en “Harry Potter y el Legado Maldito, de JK Rowling, Jack Thorne y John Tiffany”

  1. ¡Hola!
    Definitivamente que sacaran este libro fue un acierto para todos los fans, creo que tener mas del mundo que la maravillosa J.K. Rowling creo siempre sera bueno.

    P.D.: ¡Tambien pertenezco a la iniciativa "Seamos Seguidores"! Ya te sigo y te espero por mi Blog 🙂

    ¡Nos leemos! :3

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