Tras nada más y nada menos que seis libros, llega “Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte”, el final de la saga. Un final a la altura de esta historia, completamente digno, que supera cualquier expectativa que se pudiera tener. JK demuestra que es capaz de escribir un libro de Harry Potter sin un curso en Hogwarts, y cierra su inmenso universo a lo grande, de la única manera en la que podía terminar.
Nada de séptimo curso, de asignaturas ni de Hogwarts, esta parte final de la saga rompe la estructura que seguían todos los libros anteriores, y sin embargo, no decae en ningún momento, más bien al contrario. Además, es un libro que tira de nostalgia a más no poder, lo que es de lo más lógico teniendo en cuenta de que se trata de una séptima y última parte.
Ya desde el principio con la despedida de los Dursley la novela adquiere un tono emotivo. Y es que es difícil no emocionarse con las palabras de Dudley a su primo después de todos los años que ha llevado haciéndole la vida imposible y con la respuesta de Harry: “cuídate, Big D”.
Pero la emoción no ha hecho más que empezar. Acto seguido llegan las muertes de Hedwig y Ojoloco, y sabemos que esto va en serio. Estamos en guerra y va a haber víctimas, más vale que nos vayamos haciendo a la idea. Por otra parte, la autora aprovecha al máximo todos los elementos que puede de los demás libros anteriores, de modo que todo conforma una saga muy bien consolidada. Por ejemplo, la aparición otra vez de la moto voladora de Sirius, que no veíamos desde el primer libro, de Viktor Krum en la boda de Fleur y Bill o del propio Ollivander, al que Voldemort tortura.
La cosa empieza a animarse con la entrega a Harry, Ron y Hermione de la herencia de Dumbledore, y despunta al final de la boda, cuando cunde el caos y nuestros tres protagonistas se ven obligados a huir. A partir de aquí, empieza una carrera contra los Horrocruxes, un camino nada fácil pero que nos absorbe durante todo el libro y en el que JK se sirve de todos los elementos que puede de este universo que ha creado: Grimmauld Place, el Ministerio de Magia, personajes que ya conocíamos como Dolores Umbridge…
Genial cómo descubren que el guardapelo estuvo en Grimmauld Place (se mencionó de pasada en el quinto libro), que R.A.B. era Regulus, el hermano de Sirius, y cómo Harry se gana la confianza y lealtad de Kreacher. Apasionante su incursión en el Ministerio y cómo consiguen finalmente el guardapelo. Sin embargo, a partir de aquí la aventura decae un poco, pues nuestros protagonistas no saben cómo continuar con su misión. Sentimos su desesperación y frustración con la situación y también con Dumbledore, pues al fin y al cabo el profesor no se lo ha dejado nada fácil. No saben prácticamente nada. Ni dónde están los demás Horrocruxes, ni qué son, ni cómo destruirlos. La situación desemboca en una nueva pelea de Ron y Harry con la marcha del primero, y la situación se pone peor que antes.
Pero no sólo recordamos escenarios que ya conocíamos, también conocemos otros nuevos, como es el caso de Godric’s Hollow. De nuevo, muy emotivo el momento en el que Harry ve la tumba de sus padres, su antigua casa y las dedicatorias de la gente, así como la estatua dedicada a su familia. Pero la emoción no dura mucho, pues enseguida llegamos a otra escena terrorífica en la que Voldemort está a punto de atraparlos, y escapan por los pelos.
Con la vuelta de Ron, la espada de Gryffindor en su poder y el guardapelo destruido, la trama avanza un gran paso. Además, y al igual que en todos los libros anteriores, la autora nos va dejando pistas sobre el misterio del libro. En este caso, una de estas pistas es el símbolo de la Reliquias de la Muerte, y que conocemos gracias al señor Lovegood y la fábula de los tres hermanos. Y menuda fábula. Magnífica historia y como siempre, gran imaginación de Rowling. Además, se confirma que Dumbledore no les dejó tal herencia al azar, pues tanto en el caso de la herencia de Ron como la de Hermione demuestra las intenciones del profesor. Una vez que conocemos lo que son las Reliquias de la Muerte hay muchas cosas que encajan en la trama. Harry acierta lo que hay dentro de la snitch, que aún no puede conseguir por la inscripción que dejó Dumbledore, “me abro al cierre”, muy ingeniosa y que no entendemos hasta el final del libro. Además, también sabemos que Voldemort anda detrás de la Varita de Sauco, y la evidencia de que la tercera reliquia es la capa invisible de Harry. Aquí cobra más importancia que nunca el pasado de Dumbledore, tan relacionado con las Reliquias y con Grindelwald, un pasado que añade más valor si cabe a toda la historia.
A Harry se le escapa el nombre de Voldemort, que usan los mortífagos para dar con el paradero del que lo mencione, lo que es una suerte. Es una suerte porque si no los llegan a encontrar y llevar a la mansión de los Malfoy, nunca se les habría pasado por la cabeza que el siguiente Horrocrux estuviera en la cámara de Gringotts de los Lestrange, y habrían estado dando vueltas por ahí eternamente sin encontrar nada.
Mención especial merece Dobby. Qué gran personaje, leal hasta el final, y sobre todo, qué gran amigo para Harry. Su muerte es una de las más dolorosas de la saga.
El robo de Gringotts es simplemente sensacional. Qué locura. Por supuesto, todos recordamos la parte en la que se describía el banco de los magos en el primer libro, que era imposible robar allí y cómo se decía que había dragones custodiando algunas cámaras… lo que resulta ser verdad. ¡Quién iba a decir que iban a conseguir robar algo de Gringotts y además, escapar a lomos de un dragón! Otro conocido escenario más que aprovecha la autora, y que causa la nostalgia y posterior admiración de todos los fans. Una pasada de capítulo.
Pero lo mejor está aún por llegar. Esto no ha sido nada comparado con la inminente batalla que va a comenzar, dónde si no, en Hogwarts. Y la locura que ha comenzado con el robo, ahora se desata. Hogwarts se prepara para la batalla, y el momento no podía ser más épico. Todo Hogwarts se defiende. No solo los alumnos, profesores y la Orden del Fénix plantan batalla, también luchan las estatuas, las armaduras, Peeves, incluso los propios pupitres hechizados. Asombrosos también los recursos que emplean ambos bandos, desde las arañas familia de Aragog usadas por los mortífagos hasta las plantas de los invernaderos de Herbología que alumnos y profesores les lanzan, sin olvidarnos de la profesora Trelawney, que lanza sus bolas de cristal a los mortífagos, ni tampoco de Grawp, el hermanastro de Hagrid, peleando con otros gigantes. Increíblemente emocionante.
Entre tanto caos, Harry consigue hablar con Helena Ravenclaw y se acuerda de dónde ha visto antes la diadema, y Ron y Hermione van a otro sitio que ya conocimos, la Cámara de los Secretos, a hacerse con colmillos de basilisco para seguir destruyendo Horrocruxes, una idea fabulosa por su parte. Qué grandes Ron y Hermione, leales a Harry hasta el final. Por cierto, no podía haber habido un mejor momento para el beso de Ron y Hermione, en mitad de la batalla, culminando así una relación que tardaba en consolidarse.
Por otro lado, y por mucho que nos duela, tenemos que aceptar las bajas que la batalla ha causado. Fred, Lupin, Tonks o Colin se unen a la lista de gente que ha muerto en la lucha contra Voldemort, pero esto es una guerra, y es inevitable que haya muertes.
Gran parte también la lucha entre Harry, Ron y Hermione y Draco, Crabbe y Goyle, los dos tríos enemigos desde el primer libro. Finalmente, y como ya vimos en la sexta parte, la situación supera a Draco, que ya no pretende engrandecerse o acabar con ellos, y precioso el momento en el que le salvan la vida. Además, si no lo hubieran hecho, Narcisa Malfoy no habría encubierto a Harry en el bosque y habría revelado que en realidad estaba vivo. Al igual que Lily, el amor por sus hijos puede a cualquier otra cosa, y en este caso la madre de Draco cumple un papel decisivo en la derrota de Voldemort.
Muy duro el instante de la muerte de Snape, pero tras esto, viene uno de los mejores momentos de toda la saga. Los recuerdos de Snape. No solo son decisivos para la propia evolución del personaje, poder comprenderlo y descubrir su inocencia, también son una gran parte de la verdad de la saga de Harry Potter.
Ay, Snape y Lily… ahora sí que entendemos a Snape. Podemos comprender su comportamiento, lo que debió suponer para él que Lily se casara con James, la manera en que trató siempre a Harry, odiándolo de la misma manera que odió a James, pero a la vez protegiéndolo siempre por ser el hijo de Lily… todo esto aporta mucha profundidad a este grandísimo personaje. Además, ya sabemos cómo surgió la enemistad de Petunia y Lily y el porqué de la actitud de Petunia durante todos estos años.
Y, por otra parte… Harry es un Horrocrux. Dumbledore ya lo sabía, y sabía que esa era la conexión que tenían Harry y Voldemort desde el primer libro, y que explica tantas cosas. Y cómo no, se entrega a Voldemort. Es lo que debe hacer, y Harry no podría actuar de otro modo que no fuera ese.
El capítulo en el que Harry se encuentra con Dumbledore en la estación de King Cross una vez que Voldemort le ha lanzado la maldición asesina es uno de los más esclarecedores y extraños de toda la saga. La información que se nos proporciona en este capítulo, sumada a la de los recuerdos de Snape, cierran definitivamente todos los interrogantes que quedaban abiertos desde “La Piedra Filosofal” y dan explicación al gran misterio de esta saga de una manera magistral. De esta manera, al utilizar Voldemort la sangre de Harry en “El Cáliz de Fuego”, Harry no puede morir mientras él siga con vida, lo que lo salva de la muerte. Además, Harry, al sacrificarse por todos, ha hecho la misma protección mágica a los demás que Lily le hizo a él. Pero la batalla aún no ha terminado.
Aun creyendo a Harry muerto, nadie está dispuesto a rendirse, y la batalla se reanuda. Me encanta que sea Neville, como un gran miembro de Gryffindor, el que mate a la serpiente sacando la espada del Sombrero Seleccionador, y que la que acabe con Bellatrix no sea otra que la señora Weasley, defendiendo a su hija. Comienza entonces la segunda parte de la batalla, en la que intervienen otras razas mágicas, como los centauros y los elfos domésticos (con Kreacher a la cabeza), esas razas tan menospreciadas por Voldemort y los mortífagos, y que son decisivos también en su derrota. Y es que esto no es sólo una batalla, es toda una guerra mágica.
Y, al fin, llega el momento más esperado de la saga: el enfrentamiento final entre Harry y Voldemort. Qué grande Harry llamándole Tom Ryddle, diciéndole que se arrepienta… y entonces se acabó. Voldemort es derrotado, y todos los presentes y los lectores nos llevamos las manos a la cabeza, no nos podemos creer que por fin haya pasado y nos invade la alegría y la emoción.
Si nos paramos a pensarlo, que hayan conseguido derrotar por completo a Voldemort ha sido un auténtico milagro. Para empezar, es asombroso que hayan logrado encontrar todos los Horrocruxes y destruirlos. Por otra parte, si Harry no hubiera acudido a tiempo antes de que Snape muriera éste no habría podido proporcionarle sus recuerdos, y Harry no habría sabido que él mismo era también un Horrocrux. Sin embargo, gracias a la colaboración de todos los personajes y a las circunstancias que se dan, su completa derrota finalmente ha sido posible.
La escena de diecinueve años después hace que sea imposible no emocionarse. No es un momento cualquiera, es el momento del expreso a Hogwarts en el andén nueve y tres cuartos de los hijos de Ron y Hermione y Ginny y Harry. Una escena feliz, llena de alegría y nostalgia, necesaria para concluir el libro.
Y se acabó la saga, lo que aún hoy nos resistimos a creer. Una saga inigualable, magistral, que empezó con un tono muy infantil y ha terminado con un tono muy oscuro, increíblemente ingeniosa e imaginativa, perfectamente construida desde la primera página del primer libro hasta la última página del último, una saga redonda, de diez, que nos ha marcado a muchos y merecidamente de las más famosas y conocidas de todos los tiempos.
Soy muy fan de Harry Potter y tu reseña me hizo mucha ilusión.
PD:vista mi blog:https://httppbuscadoresdehistorias.blogspot.com/2018/11/novelas-de-ficcion.html
Me ayudarías en mucho
Besos:)
¡Me alegra mucho que te haya hecho ilusión! Visitaré tu blog.
¡Besos y gracias por pasar! 🙂
Hola!! qué emocionante el final, a mi también me gustó. algún dia volveré a releer la saga
besos
Muy emocionante! Vale la pena releerla 🙂
¡Gracias por pasar!
Holaa! Me encantaaaa toda la saga de H.P, y coincido contigo en que hace un final redondo y sin necesariamente sumergirnos en hoghwarts. Me encanta.
Saludos!
Totalmente:) Muchas gracias por pasar!!