La Chica de Nieve, de Javier Castillo

“La Chica de Nieve” es una novela de suspense escrita por Javier Castillo. Kiera Templeton, una niña de casi tres años, desaparece durante la cabalgata de Acción de Gracias del año 1998. Una estudiante de periodismo llamada Miren Triggs, atraída por el caso, comienza a investigarlo por su propia cuenta, tratando de descubrir algo más sobre el paradero de la desaparecida.

SPOILERS

“La Chica de Nieve” es un libro que comienza muy bien. Los saltos temporales son un gran acierto para el ritmo de la novela, pues ayudan a mantener la tensión y a ir desvelando poco a poco todas sus cartas de manera que resulta muy interesante para el lector. A ello se suma que algunos capítulos se narren en tercera persona y otros en primera, dando una perspectiva más cercana a la protagonista.

Sin embargo, da la sensación de que se el libro se va desinflando ligeramente a medida que avanza. Mientras que la primera mitad juega perfectamente con el ritmo, la intriga y los saltos temporales, a partir de que se conoce quién secuestró a Kiera el misterio pierde intensidad, la temporalidad se empieza a volver cada vez más confusa y la principal incógnita pasa a ser cómo descubrirán dónde está la niña.

Por ello, esta novela se caracteriza principalmente por las emociones que hace sentir al lector y no por el propio misterio en sí. Éste es su punto fuerte, y en este caso el libro cumple perfectamente su objetivo, pues transmite muy bien las sensaciones de angustia, agobio, desesperanza y tristeza de sus personajes. Además, al ser una lectura que transcurre en situaciones cotidianas, logra que el lector se sienta identificado con estos personajes que se ven en envueltos en sucesos que, realmente, podrían ocurrirle a cualquiera, sintiéndose un drama muy real.

Así, “La Chica de Nieve” no es un libro de misterio. Tampoco es un libro de intriga, ni policíaco, ni detectivesco. Dónde está Kiera, qué fue lo que ocurrió el día de su desaparición y la manera en la que se busca a la niña pasan a un segundo plano en la novela para dar protagonismo a cómo su desaparición afecta a sus padres, a sus secuestradores, a ella misma y a las personas que, como Miren o el agente Miller, pasan su vida buscándola.

El hecho de que Miren sea una periodista en vez de detective o policía ya diferencia esta novela de esos otros géneros. Así, la trama de la novela avanza desarrollando más las evoluciones de sus personajes principales, en especial la de su protagonista, que la propia investigación en sí. Las pistas y pruebas que aparecen a lo largo de la lectura llevan siempre a un callejón sin salida. Ni la ropa y los mechones de pelo de la niña, ni las grabaciones de cámaras de seguridad, ni las posteriores cintas que se envían años después, ni la descripción del niño sobre la persona que deja las cintas conducen a priori a ninguna parte, dejando la investigación siempre en un punto muerto que parece imposible superar.

De esta manera, las indagaciones sobre la desaparición tanto por parte de la policía como de Miren no siguen un hilo conductor en la novela, suponiendo un aliciente para la protagonista y su desarrollo, pero no para la trama. Tanto es así, que al final el misterio se resuelve no por los avances en él, sino que su detonante es el cambio de tecnología que se ha dado irremediablemente por el paso de los años. La desaparición del formato en el que Iris dejaba las grabaciones de la niña a su familia, sumada a la tenacidad de Miren, hacen posible que finalmente la periodista pueda encontrar a Kiera.

Sin embargo, cuando finalmente Miren sale de casa de Iris y descubre dónde está Kiera, no actúa de la manera que cabría esperar. No avisa a nadie de su descubrimiento, ni al agente Miller ni a los padres de la desaparecida, y decide idear su propia manera de reunir a la chica con su familia de nuevo. Pero, a pesar de que esta manera de proceder podría ir acorde a la evolución que el personaje muestra a lo largo de la lectura, se puede pensar que ese plan era demasiado arriesgado.

En primer lugar, Miren se marcha de casa de Iris sin contar nada a nadie. Después, aborda a Iris y Kiera en el buzón de la antigua casa de los Templeton, cuando están dejando una nueva cinta, la cinta que ya hemos conocido anteriormente, en la que aparecía la habitación esta vez sin Kiera y en la que se confirman que hay huellas de la desaparecida y de Miren Triggs. Y, por último, obliga a punta de pistola a Iris a conducir hasta la actual casa de la madre de Kiera, cuando Iris finalmente estrella el coche.

Hay tantas cosas que podrían haber salido mal en este “plan” que es de cuestionar si esta forma de proceder sería realmente propia de la protagonista. ¿Cómo sabía Miren que Iris y Kiera abandonarían su casa y que antes de huir irían a dejar una nueva cinta en el buzón de la antigua casa Templeton? ¿Cómo sabía Miren que Iris no iría sola y que llevaría también a Kiera? ¿Por qué, después de tantos años y años de búsqueda, se arriesga a que Kiera hubiera podido volver a desaparecer en vez de avisar a la policía de inmediato? ¿Cómo da por hecho que una persona que ha mantenido secuestrada a una niña durante años no va a cometer otra locura al verse acorralada? Y, quizá lo más importante, ¿de verdad le parece buena idea apuntar con una pistola a la cabeza de la persona que va conduciendo el coche donde no sólo va ella, sino también Kiera? ¿Y si en el accidente que finalmente termina ocurriendo en vez de Iris hubiera muerto Kiera? ¿Cómo habría explicado Miren eso a los padres?

Son demasiados riesgos innecesarios que Miren, quizá en un acto de arrogancia o de creer que tiene toda la situación bajo control, decide correr. O quizá ni se los plantea. Pero no sólo pone en riesgo su propia seguridad, sino que también pone en peligro la vida de Kiera en un acto puramente egoísta y que es totalmente innecesario.

Es cierto que Miren sufre una evolución durante el libro que la lleva a actuar en algunas ocasiones de una forma arriesgada, donde la sensatez pasa a un segundo plano dejándose llevar por una mezcla de rabia, deseo de justicia y quizá venganza e impotencia. Este punto se alcanza cuando empieza a vigilar a uno de sus violadores sin un motivo aparente. Sin embargo, en este final no sólo se pone en riesgo a ella misma, sino también a Kiera, y esa actitud justiciera podría haber salido muy cara.

En definitiva, “La Chica de Nieve” es una novela que cuenta con una buena ambientación, con una trama bien cerrada y una buena evolución de personajes. Empieza muy fuerte, y aunque va perdiendo fuelle a lo largo de su desarrollo y la acción final pudiera resultar un poco ilógica, lo compensa en cierta manera con una forma muy auténtica de transmitir las emociones de los personajes al lector, consiguiendo que se entienda la manera de pensar y los sentimientos de cada uno de ellos.

—Oye, Todd, esta persona ha leído la entrada y no ha publicado ningún comentario.

—Espera un poco, Tedd. Dale tiempo para que pueda escribirlo.

—No escribe nada, Todd. Que le haya gustado y no nos lo diga me pone de mal humor.

—Tranquilízate, Tedd. No es bueno para tu salud que te estreses.

—De acuerdo, Todd. Pero acuérdate de decirle que no incluya spoilers de otros libros en los comentarios de esta entrada.

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