“Los Bridgerton” es una serie de novelas románticas escritas por Julia Quinn, y que se han vuelto muy populares gracias a su adaptación en serie por parte de Netflix. Se trata de una saga de ocho libros, cada uno dedicado a un hermano de la familia Bridgerton, en la que se nos narran sus aventuras y desventuras en la alta sociedad londinense del siglo XIX.
Si bien el primer libro de la saga, “El duque y yo”, trata la historia de amor de Daphne, la cuarta hermana, esta segunda novela, “El vizconde que me amó”, desarrolla las aventuras y desventuras de Anthony, el mayor de los hermanos y cabeza de familia. Al igual que su predecesor, este libro se caracteriza por su ligereza y amenidad, destacando por una comicidad que aporta frescura y diversión al romanticismo.
SPOILERS
“El vizconde que me amó” es otro libro de la saga Bridgerton que se centra en la trama de la historia de amor de turno, en este caso, la de Anthony. Apenas hay descripciones o ambientación, y la novela se enfoca principalmente en su argumento y sus personajes. Esto da lugar a un libro sencillo, nada pesado, que combina muy bien la comedia con el romanticismo, dando a lugar a una historia bonita y amena.
A pesar de que el segundo libro de los Bridgerton es un “enemies to lovers” de manual, la historia no deja de ser interesante o entretenida. De hecho, es un ejemplo del cliché trabajado en su mejor versión. No es ninguna sorpresa que Anthony y Kate terminen juntos, pues es algo que los lectores leemos entre líneas nada más empezar la novela. El interés de esta historia es ver cómo poco a poco los protagonistas van limando sus diferencias y van abriendo los ojos ante un enamoramiento que ambos tardan en aceptar.
Si bien Anthony se desvivió en el primer libro por su hermana Daphne, tratando, a su entender, de protegerla y hacer lo mejor por ella, en esta novela descubrimos que no deja de ser irónico que Anthony cancelara tanto a Simon cuando en realidad es incluso peor que él. Y es que hay momentos en los que el Anthony que Kate conoce dista mucho de ser el atento hermano mayor que nos presentó la primera novela y, desde luego, de la idea que se pueda tener de un caballero.
Al igual que Simon, Anthony es un personaje atormentado por un trauma relacionado con su padre, aunque de una manera muy diferente a la del duque. El convencimiento de que él también tendrá una muerte prematura determina todos sus planes e ideas sobre su vida, como su intención de casarse con Edwina. Además, no es sólo que no busque enamorarse, es que directamente rehúye de ello con el fin de no causar sufrimiento a su pareja, pero sobre todo a sí mismo.
De esta forma, Anthony saca en ocasiones una parte de él que no es su mejor versión. Su orgullo y confianza en sí mismo le hacen actuar de una manera un tanto arrogante, que no es más que su manera de ocultar sus miedos al resto del mundo. Y ésta es la parte que Kate conoce primeramente de él, para luego profundizar en una relación que le demuestra que Anthony no es así en su totalidad.
Por su parte, Kate está tan centrada en su hermana Edwina que se olvida por completo de ella misma. Kate adopta un rol protector con su madre y su hermana menor que, sumado a su amor por ambas, condiciona su vida y atañe una importante carga sobre sus hombros, rasgo que comparte con Anthony. Una carga que también comparte Edwina, quien se ve obligada a tener en cuenta el factor económico a la hora de buscar un marido en contra del amor que pueda sentir.
Así, Kate es un personaje de lo más interesante. Mientras que Edwina se ajusta al estándar de señorita en edad casadera de la época, Kate es todo lo contrario a la típica dama aparentemente perfecta que se espera de esta sociedad, alguien que no intenta serlo. Ni ella es así ni lo quiere ser. Su personalidad es diferente: arrolladora, inteligente, sarcástica, sincera, divertida. Y Kate actúa acorde a su forma de ser todo el tiempo. Es muy auténtica, y ese es precisamente el rasgo que hace que Anthony y los lectores nos enamoremos de ella.
La evolución de la relación de los personajes principales es realmente tierna. En un principio se basa en la ironía y el sarcasmo, para desarrollarse en amistad y convertirse finalmente en enamoramiento. Y los momentos claves que dan lugar a esta evolución son aquellos en los que ambos protagonistas apartan momentáneamente el hacha de guerra para dar lugar a un momento de vulnerabilidad que saca el auténtico yo de cada uno de ellos.
De esta manera, ambos van descubriendo las inseguridades del otro a la vez que se dan fuerza y se ayudan mutuamente a superarlas, basando su relación principalmente en el respeto, lo que da lugar a un vínculo fuerte y sólido entre ellos.
Las distintas etapas de la relación, que tan claramente se distinguen en el libro anterior, son aquí algo menos visibles, aunque no inexistentes. En este caso, la etapa de la crisis es menos dramática que la de Daphne y Simon. No ocurre porque alguno de los dos haya metido la pata, sino simplemente porque uno de ellos es consciente de lo que hasta el momento se negaba a contemplar y necesita tiempo para asimilarlo. Así, el trance se soluciona en bastante menos tiempo, con cierta ayuda de Benedict y Colin, que empujan no tan inconscientemente a su hermano a hablar con Kate y comunicarle sus sentimientos y miedos que le han llevado a actuar así.
El accidente del carruaje le da más dramatismo al momento cumbre de la novela, y es que este libro se caracteriza por deslizarse entre el filo de lo dramático y lo absurdo en temas tan serios como la muerte, los miedos y la presión social, lo que resta tensión y da un toque más humorístico a la lectura.
Cabe destacar la aparición de Simon y Daphne, el tan salvaje como desternillante juego del paramallo de los Bridgerton, los abundantes momentos cómicos, y, por supuesto, el misterioso personaje de lady Whistledown y sus columnas de cotilleos.
En definitiva, “El vizconde que me amó” es un libro que presenta una historia tierna, ligera y amena, realmente disfrutable, que consigue que el lector se emocione y lo pase bien a partes iguales, con unos protagonistas de lo más carismáticos.

—Oye, Todd, esta persona ha leído la entrada y no ha publicado ningún comentario.
—Espera un poco, Tedd. Dale tiempo para que pueda escribirlo.
—No escribe nada, Todd. Que le haya gustado y no nos lo diga me pone de mal humor.
—Tranquilízate, Tedd. No es bueno para tu salud que te estreses.
—De acuerdo, Todd. Pero acuérdate de decirle que no incluya spoilers de otros libros en los comentarios de esta entrada.