¿Cuál es la saga reina que ha estado más de moda en los últimos 10 años? Coincidiremos todos: Harry Potter. Empecé a leer la saga con 9 años y forma parte de mi vida. He crecido con ella y con sus protagonistas. Ay, qué tiempos aquellos en los que esperaba con ansiedad el próximo libro de Harry Potter y me pasaba el año ahorrando para comprarlo… y si hacía poco que había salido el libro, lo que esperaba era la siguiente película. Ah, eran tiempos de elaborar teorías y releer lo que había de saga una y otra vez en busca de alguna pista sobre el final… Sin duda es la saga que más me ha marcado en mi vida lectora.
Pero los años pasaron, otros libros llegaron a mí y un género literario destacó en la literatura juvenil sobre cualquier otro: la FANTASÍA. Pero no una fantasía como la de Harry Potter, que estaba oculta en nuestro mundo real. Era una fantasía de otros mundos, en la que imperaban los dragones, las espadas, los elfos y los idiomas inventados. Y las profecías. Había profecías para todos, profecías que llegaban a explicar toda la trama de algunos libros pero que nunca se sabía de dónde habían salido o quién era su autor. Profecías que llevaban a los chavales protagonistas de turno a derrotar al malo malísimo de turno. Y así cientos de libros y de historias que leí durante toda mi adolescencia, aunque hubo dos sagas que destacaron sobre todas las demás.
Una fue “Memorias de Idhún”, de Laura Gallego. Si eres de España, tienes aproximadamente entre 20-30 años y te ha gustado siempre leer la conocerás. Triunfó como pocas sagas juveniles de autores españoles han hecho, y todos éramos idhunitas, veíamos hexágonos por todas partes y erámos de Jack o de Kirtash. Sí, mis lectores más jóvenes, que antes del #TeamGale y el #TeamPeeta y el #TeamEdward y el #TeamJacob la mayoría de los idhunitas ya discutían sobre quién era mejor, si el chico de la espada de fuego o el chico de la espada de hielo.
A nivel internacional, otra saga triunfó indiscutiblemente en este género: “El Legado”, de Christopher Paolini. Jinetes de dragón, dragones, elfos, enanos, espadas y batallas, El Señor de los Anillos de la literatura juvenil, solo que en vez de orcos había úrgalos. Qué queréis que os diga, yo la disfruté muchísimo. Y a pesar de que en el mundo literario “Eragon” fue uno de los libros más vendidos y con más éxito, no podemos decir lo mismo de su adaptación cinematográfica, que echó por tierra la fama de esta saga haciendo que todo el mundo la infravalorase, porque la película era bien mala. Es lo que tiene cambiar el libro como les dé la gana y esas cosas.
Pero a pesar de que esta fantasía de dragones fue la reina de la literatura juvenil durante muchos años, su reinado fue derrotado por otro género que, aunque en su mayor parte incluía parte de fantasía, era muy diferente a la que habíamos conocido hasta ese momento. Llegó una novela que reinventaba a los clásicos vampiros y en su trama imperaba el género ROMÁNTICO. Por supuesto, ya sabéis cuál es. Amada y odiada a partes iguales, Crepúsculo de Stephenie Meyer fue el boom definitivo que hizo que en mi estantería dejasen de aumentar los libros de fantasía y comenzasen a aparecer libros negros con elementos rojos en la portada.
Y no sólo la saga “Crepúsculo”: toda una legión de libros que emulaban sus portadas colmaban las publicaciones, y la mayoría trataban sobre vampiros. Sin embargo, tras leer toda una colección de siete libros negros sobre vampiros (que no eran Crepúsculo) y de la que no pude rescatar ni uno que me gustara, mi paciencia lectora comenzó a llegar a su límite con este tipo de literatura.
Por suerte, unos pocos años después leí un libro que me abrió un nuevo género literario juvenil. Ese libro era Traición, y trataba sobre un mundo futuro en el que la gente se sometía a una operación para volverse perfecto al cumplir los 16 años.
Y tan solo un poco más tarde llegó a mí la novela que cambiaría por completo mi visión sobre la literatura juvenil y que puso definitivamente de moda el género DISTÓPICO: “Los Juegos del Hambre”, de Suzzane Collins. Qué poco tenía que ver esta novela con aquellos libros de fantasía sobre profecías en los que el prota bueno se enfrentaba al malo y ganaba o aquellos libros raros de adolescentes que eran vampiros o que tenían poderes místicos y no había por dónde cogerlos. No, había comenzado una nueva era: la de la literatura juvenil-adulta. Libros que aportaban mucha más madurez, profundidad y tramas mucho más elaboradas y completas que muchos libros que había leído hasta ese momento.
Y eso no era todo. Tras el tremendo éxito de esta saga fueron surgiendo libros distópicos por todas partes. Hijos de “1984” de George Orwell y nietos de “Nosotros”, de Yevgueni Zamiatin, estos libros nos ofrecen toda la variedad de futuros posibles: desde crueles reality show, ciudades divididas en facciones, sociedades organizando a la población en números o en las que el amor se considera una enfermedad hasta futuros más propios de un apocalipsis zombi. Y yo, tras años leyendo fantasía y romántica a montones, encantada de la vida.
Actualmente la moda continúa siendo la distopía, y no tengo muy claro qué será lo siguiente, pues me he distanciado un poco últimamente de este tipo de literatura. No veo un claro género que pueda imponerse en los próximos años o si ya lo hay, pero hace unos años surgió otra novela que ha venido pisando fuerte: “Bajo la misma estrella”, de John Green. Nada de fantasía y nada de ficción. Realidad pura y dura. ¿Será esta novela la que inicie una nueva moda literaria? ¿Una moda en el que el realismo sea el que mande y dejemos atrás a los dragones, vampiros y futuros de ficción? ¿O no habrá un género dominante y podremos encontrar de todo un poco? ¿O hay ya un género nuevo y yo no me he enterado? Quién sabe. Antes, este tipo de literatura (exceptuando estos libros que he destacado, que fueron muy novedosos) estaba llena de tópicos y tabúes, y esto afectaba a la trama la mayoría de las veces. La trama podía pedir violencia a gritos o relaciones más profundas entre personajes, pero o bien se omitía la escena o se suavizaba, y eso te dejaba con sensación de que faltaba algo, de que la trama estaba incompleta y el libro no sacaba el máximo rendimiento. De hecho estos tabúes siguen estando, pero me da la sensación de que cada vez menos. Espero que la literatura juvenil siga manteniendo la calidad de las últimas sagas que os he mencionado, que se vayan rompiendo esos tabúes y se mantenga la madurez y profundización en sus tramas, porque es un tipo de literatura estupendo que no merece verse tan limitado.
Creo que más o menos he pasado por las mismas modas que tu jajaja
La diferencia es que odio leerme las cosas cuando están de moda, así que suelo leerlas o antes o después, si, cuando ya ha pasado el boom, por eso ando leyendo Memorias de Idhun ahora
Jajaja eso está bien! Un beso y gracias por pasar!! 🙂