Misterio en Venecia, de Kenneth Branagh

Tras “Asesinato en el Orient Express” y “Muerte en el Nilo”, “Misterio en Venecia” supone la tercera adaptación de Kenneth Branagh de los libros de Agatha Christie. Si bien “Asesinato en el Orient Express” y “Muerte en el Nilo” son adaptaciones de los libros de mismo título, “Misterio en Venecia” es una película basada en la novela “Las Manzanas”, titulada originalmente como “Hallowe’en Party”. Se trata de una historia de intriga y suspense en la que el detective Hércules Poirot se ve envuelto en un nuevo caso que resolver.

Mientras que las dos anteriores adaptaciones dirigidas por Kenneth Branagh son muy fieles a las novelas en las que se basan, “Misterio en Venecia” se toma bastantes licencias creativas a la hora de llevar “Las Manzanas” a la gran pantalla. Éste es uno de esos casos en el que se puede decir que esta película no es una adaptación de la novela, sino que se basa en ella para trabajar su propia historia.

Y, en realidad, esta decisión no podría haber sido más acertada. A diferencia de “Asesinato en el Orient Express” y “Muerte en el Nilo”, la novela “Las Manzanas” no presenta escenarios ni hechos demasiado memorables, lo que, si bien en formato lectura no tiene tanta importancia, sí que habría perdido en formato audiovisual. Además, es un libro que se basa fundamentalmente en los diálogos de Poirot y sus investigaciones, más enfocadas a crímenes pasados que al principal de la lectura, y esto puede provocar que esta novela se desluzca un poco en comparación.

Así, el haber introducido un escenario icónico como es Venecia, con la ambientación y el juego que ofrece, el haber mantenido como eje central la fiesta de Halloween y el añadido toque de suspense y terror sientan de maravilla a la película, dándole un sello propio y diferente a las dos anteriores. Todo ello, además, manteniendo el respeto por la novela original.

En cuanto a la trama, misterio y personajes, hay tantos cambios que se pueden considerar dos historias completamente diferentes. Para empezar, Joyce Reynolds, que en la novela es una niña de trece años que es ahogada en el barreño de las manzanas durante la fiesta, en la peli es una médium adulta que es asesinada arrojada al vacío y atravesada por una estatua. En cuanto al resto, algunos toman el mismo nombre que en la novela, y otros son nuevos, pero prácticamente ningún personaje tiene nada que ver con su original del libro. 

Si bien en la novela no aparecen muchos de los elementos clave de la película, como el espiritismo, la casa que se dice habitada por fantasmas, o la muerte de Alicia Drake, personaje inexistente en el libro, la adaptación se sirve de ellos para casarlos con los elementos justos y necesarios de la novela para formar su propia historia. Una historia que queda mucho mejor de esta manera en pantalla a como habría quedado de haber hecho una adaptación más fiel, y que gana en cuanto a disfrute audiovisual.

Sin embargo, y a pesar de que los cambios realizados por la adaptación son un acierto, el único punto con el que pierde respecto a la novela es en complejidad en la trama. Mientras que el gran número de personajes en la novela, así como las investigaciones que realiza Poirot sobre otros crímenes que no son el de Joyce, aportan una elaboración mayor en cuanto al misterio principal, en la película el argumento queda finalmente bastante más sencillo.

Además, también se pierde el factor sorpresa de un segundo asesino que sí tiene la novela. En el libro no era especialmente difícil adivinar que la señora Drake, casualmente empapada porque se le había caído un jarrón, era la asesina de Joyce, pero no lo era tanto, al menos hasta final de la novela, que estaba compinchada con otro personaje, inexistente en la película, y todos los misterios relacionados con él que acaba descubriendo Poirot.

De esta manera, en la película se muestra un misterio muy decente, pero que no cuenta con la baza final que sí tiene el libro. Sin embargo, esto lo compensa con la introducción de otros personajes, ampliando así el abanico de sospechosos de asesinato, con el juego que ofrece con lo real y lo sobrenatural e imposible, y sobre todo con la ambientación y suspense que la caracterizan.

Puede que los trucos y pistas a los que recurre la película no sean los más originales o los más difíciles de descubrir del mundo, como el de las abejas y la miel, o que algunas cosas se vean venir, como la muerte del médico o que Poirot está siendo víctima de alucinaciones, pero la película cumple con su propósito de entretener y de invitar al espectador a un juego de  deducciones sobre lo que está pasando y quién es el culpable, manteniendo enteramente la esencia de los libros de Agatha Christie.

Además, otro gran acierto de la película ha sido la época en la que se ha estrenado, muy próxima a Halloween, muy acorde a la trama. También es de agradecer su duración, menor a dos horas, lo que no quita que le dé tiempo a contar bastantes cosas que no se hacen pesadas gracias a un ritmo muy adecuado.

En definitiva, “Misterio en Venecia” es una gran adaptación, uno de esos casos en los que la película funciona mejor sin ser fiel a la historia literaria original. Una obra que, a pesar de cambiar la historia del libro casi por completo, lo hace de una manera muy correcta, logrando sacar brillo a uno de los relatos quizá menos logrados de tan reconocida autora.

VALORACIÓN DE LA ADAPTACIÓN: 8/10

—Oye, Todd, esta persona ha leído la entrada y no ha publicado ningún comentario.

—Espera un poco, Tedd. Dale tiempo para que pueda escribirlo.

—No escribe nada, Todd. Que le haya gustado y no nos lo diga me pone de mal humor.

—Tranquilízate, Tedd. No es bueno para tu salud que te estreses.

—De acuerdo, Todd. Pero acuérdate de decirle que no incluya spoilers de otros libros en los comentarios de esta entrada.

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