Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë

“Cumbres Borrascosas” es la única novela de Emily Brontë, una de las famosas tres escritoras hermanas Brontë. Ambientada en la Inglaterra rural del siglo XIX, “Cumbres Borrascosas” narra la historia de Heathcliff, un hombre que fue acogido de niño en la casa Cumbres Borrascosas, perdida en las colinas, y sus tormentosas relaciones con los demás miembros de la familia. Considerada un clásico, “Cumbres Borrascosas” destaca por una increíble narración y ambientación, sumada a una trama absorbente y unos personajes inolvidables que presentan un profundo desarrollo psicológico.

“Cumbres Borrascosas” no es lo que parece. Su trama resulta sorprendente si uno se lee esta novela sin saber lo que se va a encontrar. Quizá, por ser considerada una novela romántica, de época, alguien que no tenga ni idea pueda esperarse leer una historia similar a “Orgullo y Prejuicio,” o el estilo de “Mujercitas”. Nada más lejos de la realidad.

Y es que “Cumbres Borrascosas” no puede ser una lectura más alejada de lo que se podría esperar. Podría ser incluso cuestionable clasificarla solamente como “romántica”. Y esto es la que la convierte en única, diferente, en una novela realmente inigualable.

Así, este libro nos presenta dos únicos lugares que serán los dos escenarios principales de toda la historia. Cumbres Borrascosas y la Granja de los Tordos toman el peso de toda la trama. No hay ningún desahogo exterior. Sí, hay un pueblo muy cercano, Gimmerton, pero la lectura no se llega a adentrar en él, ni falta que hace. Las casas de las Cumbres y la Granja, junto con sus colinas y paisajes exteriores, se bastan y se sobran para crear toda la atmósfera que la novela necesita.

No sólo estos escenarios son los que crean todo el ambiente, la autora también juega mucho con la climatología exterior. El sol, las nubes, los vientos, las nieves y, sobre todo, los vendavales y ventiscas son el broche de oro para esta atmósfera. Además, van de lo más acordes a los hechos que van ocurriendo tanto en las Cumbres como en la Granja, y al humor y personalidad de sus habitantes.

Unos habitantes que, además, se roban todo el absoluto protagonismo y son el alma pura de la novela. Al principio, al comenzar la historia en un presente para luego narrarse desde el pasado, puede resultar un tanto confuso ubicarlos a todos. Sin embargo, conforme avanza la lectura, su identificación se esclarece.

Por un lado, está la familia Earnshaw, que vive en Cumbres Borrascosas. Los hermanos Catherine y Hindley viven con sus progenitores acompañados de una jovencita Ellen Dean, “Nelly”, su cuidadora y narradora de toda esta historia al señor Lockwood. Por otro lado, está la familia Linton, con hermanos Edgar y Isabella Linton, quienes habitan junto a sus padres la Granja de los Tordos.

Así, la historia comienza cuando el señor Earnshaw aparece en las Cumbres con Heathcliff, un niño a quien, al parecer, encontró abandonado y decide adoptar. Con Heathcliff comienza esta historia, y con Heathcliff termina. Alrededor de él gira toda la trama de Cumbres Borrascosas, es el que altera por completo la vida en las Cumbres, y se le podría considerar el verdadero protagonista de esta novela.

Su personaje no podría ser más interesante. Heathcliff es el favorito del señor Earnshaw, pero es despreciado por su esposa y por Hindley. No sabemos nada de él antes de llegar a las Cumbres, aunque es de suponer que debió tener una infancia difícil. Esto, sumado al desprecio y las constantes disputas con Hindley y a la propia personalidad hosca y huraña del personaje, potencian su lado más sombrío.

Sin embargo, la lectura tampoco busca la justificación de los actos de Heathcliff. Puede que su infancia, tanto anterior como posterior a las Cumbres, no fuera fácil, pero esa maldad que demuestra durante toda la historia también es innata en él, potenciada por lo demás, pero sin negar su propia crueldad de la que hace gala en incontables ocasiones, mayor a medida que avanza el libro.

Así, tenemos un hecho que no suele ser muy frecuente en las novelas: que el propio protagonista sea el villano. Normalmente, los libros buscan protagonistas que sean héroes, que el lector admire, con los que se pueda identificar en su mejor versión. Heathcliff es todo lo contrario. Es malvado, egoísta, es capaz de cometer actos verdaderamente despreciables, y hace sufrir intencionadamente a quien considere su enemigo, sin ningún tipo de remordimiento. 

A pesar de ello, existe alguien a quien Heathcliff adora por encima de todo: Catherine Earnshaw. Si Heathcliff demuestra maldad y egoísmo, Catherine no se queda atrás. Caprichosa, desconsiderada, histriónica, manipuladora y violenta, Catherine es capaz de cualquier cosa con tal de salirse con la suya. Tanto es así que esta personalidad tan turbulenta le lleva a su propia muerte.

La infantil amistad entre Heathcliff y Catherine se convierte en un sólido vínculo que los une incluso más allá del amor fraternal e incluso romántico. Viven el uno por y para el otro, con el que están mutuamente obsesionados. Comparten un sentimiento que se podría considerar más de necesidad que de propio amor.  Todo en sus vidas gira alrededor del otro, desde las decisiones importantes que toman para sí hasta las que afectan a los demás, manteniendo una relación tempestuosa.

Sin duda, no es un amor al uso. Si se amaran y ya está, todo habría sido más sencillo. Quizá se hubieran casado y hubieran podido intentar ser felices, aunque con semejantes personalidades, no hubiera sido nada fácil. Pero Catherine, a pesar de tener esos sentimientos tan fuertes por Heathcliff, elige casarse con Edgar, aunque no le ame realmente, por el hecho de que Edgar tiene todo lo que ella quiere en ese momento de su vida.

Esta decisión afecta no sólo a ella misma, sino también a todas las posteriores acciones de Heathcliff. Los hermanos Linton Edgar e Isabella son los grandes afectados, los daños colaterales de la borrascosa relación entre Heathcliff y Catherine, quienes parecen considerarlos simples instrumentos para los intereses de cada uno.

Edgar e Isabella son los grandes perjudicados, aunque tampoco eran completamente inconscientes de las decisiones que tomaban al compartir sus vidas con ellos. Edgar fue testigo de la violencia de Catherine antes de pedirle matrimonio, y también Isabella fue avisada sobre el temperamento y las intenciones de Heathcliff. Por desgracia, pagaron sus decisiones mucho más caro de lo que se merecían.

De esta manera, tras la muerte de Catherine Linton, que supone un antes y un después en los demás personajes, especialmente en Heathcliff y Edgar, llegamos a la segunda mitad de la novela. Ahora, toman protagonismo también los hijos de estos personajes: Hareton, hijo de Hidley, Cathy, hija de Catherine y Edgar, y Linton, hijo de Heathcliff e Isabella.

Las personalidades de estos hijos son muy diferentes a las de sus padres, pero a la vez conservan rasgos de ellos. Hareton es huraño y tosco, pero guarda una ternura en su interior que se ha visto enterrada por cómo ha sido tratado. Catherine es caprichosa y mimada como su madre, pero también hereda la dulzura y bondad de Edgar. Por su parte, Linton conserva el egoísmo y apatía de Heathcliff, pero no su maldad, y la tristeza de Isabella.

Las relaciones entre los tres primos se ven completamente afectadas por sus progenitores. En especial, por Heathcliff, que se ha convertido en el dueño de las Cumbres. Una vez logrado su objetivo, no para hasta que, a base de manipulaciones, crueldades, engaños y maltratos, consigue hacerse también con el control de la Granja, cumpliendo así su deseada venganza sobre todos aquellos que alguna vez le humillaron. Satisfecha por fin esta motivación, siendo el amo y señor de ambas casas y con todos los demás habitantes bajo su control, Heathcliff vuelve de nuevo a su obsesión por su querida Catherine, a quien nunca olvidó.

En este punto, Heathcliff pasa del control absoluto de todo y sobre los demás, a la indiferencia. Cumplido su objetivo, ya sólo le queda recordar a Catherine. Su fantasma le persigue día y noche, no puede dormir, la ve constantemente en los ojos de Cathy y de Hareton. Esto le lleva hasta el punto de preparar su descanso eterno junto a ella, modificando su ataúd y, finalmente, acudiendo a su lado.

Y así, con la muerte de Heathcliff, llegamos al final de la novela, un final que se puede considerar feliz teniendo en cuenta cómo ha sido esta historia. Con la muerte de Heathcliff, se cierra el círculo de desdicha y desgracia que se inició con su llegada, y los habitantes que quedan en Cumbres Borrascosas por fin pueden encontrar su propia dicha.

En realidad, los lectores, junto con el señor Lockwood, el inquilino de Heathcliff a quien Nelly cuenta toda la historia, somos unos meros espectadores de la misma. Lockwood es la ventana a la historia de Cumbres Borrascosas, pero nunca llega a formar parte de ella, como puede parecer en ciertas partes de la lectura en la que parece que se plantea pedir la mano de Cathy. Finalmente no lo hace, y Cathy acaba casada con su primo Hareton, ambos felices. Así, esta historia mantiene ese círculo cerrado de esos dos lugares y de los personajes que han habitado en ellos, sin ninguna intrusión exterior a ese limitado mundo.

Mención especial merecen los personajes secundarios que son los únicos capaces de aguantar en ese lugar, Joseph, el malhumorado y gruñón sirviente de las Cumbres, y Nelly, el ama de llaves y narradora. En muchas ocasiones, da la sensación de que Nelly, como ella misma dice, es la única sensata en esa casa, y lejos de ser una narradora lejana, participa de lleno en prácticamente toda la historia, afectando a la misma y a sus protagonistas.

En definitiva, “Cumbres Borrascosas” es una grandísima novela, merecedora del título de clásico con todas las letras. Con una narración brillante, mantiene un ritmo perfecto de una trama que mantiene el interés en todo momento, sumergiendo al lector en el ambiente y atmósfera tan característico de las Cumbres, y, con tan sólo dos escenarios y unos pocos personajes memorables e increíblemente perfilados, Emily Brontë logra crear una historia excepcional, que muestra una evolución fascinante de los mismos, logrando una novela única y deslumbrante.

—Oye, Todd, esta persona ha leído la entrada y no ha publicado ningún comentario.

—Espera un poco, Tedd. Dale tiempo para que pueda escribirlo.

—No escribe nada, Todd. Que le haya gustado y no nos lo diga me pone de mal humor.

—Tranquilízate, Tedd. No es bueno para tu salud que te estreses.

—De acuerdo, Todd. Pero acuérdate de decirle que no incluya spoilers de otros libros en los comentarios de esta entrada.

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